jueves, 20 de febrero de 2014

Me quedo con sus ganas de luchar.

Dime tú qué harías si tus padres hubiesen muerto los dos, de tuberculosis. Sin nadie en el mundo salvo tus tres hermanos pequeños. Pensando cómo sobrevivir, como ganarse el pan día a día, como continuar.  Trabajando, desde los 9 años, por el día y estudiando por la noche. Luchando por ser alguien desde cero. Ahora es difícil encontrar un buen trabajo sin buenos contactos, pero hace 60 años lo era también. Quería trabajar en un banco y para eso tenías que pasar un examen complicadísimo y tener cartas de recomendación. Saco la mejor nota repetidas veces, pero no le daban el trabajo porque no tenía ningún contacto para que le hiciera una carta. Finalmente, cuando ya se sabía las preguntas de memoria, le dieron una oportunidad. Y sorprendentemente, o quizás no tan sorprendentemente, llegó a ser director de una sucursal de la Caja Rural .
Y no solo llego a eso. También fue, es, y será el mejor padre, marido y abuelo que se puede tener.

Que sabiendo que tenía cuatro jodidos tumores  y sin prácticamente poder caminar, todavía nos decía que se iba a poner bueno. Todavía tenía ganas de luchar, y eso es admirable.

Hay batallas que están perdidas desde el principio pero aun así es mejor perderlas luchando que dándose por vencido antes de que empiecen.
Que las personas luchadoras son las que mueven el mundo. Que hay personas que nacen para  pasarse la vida luchando y  yo me quedo con sus ganas de luchar.