El olor de café recién echo; días soleados que son perfectos; besos que terminan en sonrisa; los días de playa; esa amiga que siempre está para contarnos nuestras penas y alegrías, criticarlo todo, odiarlo todo y reírnos de todo; esas clases en las que no nos enteramos de nada por unas cosas o por otras; todos esos planes (pequeños sueños a corto plazo) sobre viajes, fiestas, verano, futuro que no vamos a hacer o quizás si, quién sabe; esa sensación de conseguir justo lo que te has propuesto; ese hermano pequeño que te da un beso antes de ir a dormir y que nadie más lo hace; ese otro hermano pequeño que con su sonrisa te enamora; esos libros que son tan buenos que te dan ganas de escribir tú uno para que alguien sienta eso cuando lea tu historia; esas películas que son tristes pero bonitas y te dan ganas de llorar; cigarros que contigo sientan mucho mejor; todos esos tequieros; todas esas estupideces que nos hacen sonreír todos esos recuerdos bonitos (los malos son para olvidar).
Que la vida quizás sea eso, fijarse en los pequeños detalles del día a día, en las cosas que te hacen sonreir.
Y detenerse un momento, respirar, tomar aire y observar a nuestro alrededor.
La vida pasa muy rápido, nos la podríamos perder.